que no ven siquiera un ciento
de todo lo que presiento
se esconde tras este manto.
Dónde quedaron las horas,
Resguardadas quizás por el tiempo.
Mirandonos transitar por su senda;
Fallando, creciendo.
Soltando de a poco las amarras,
Las únicas que impiden tu vuelo.
Siguiendo, a pesar de todo...
Doblegando al íntimo anhelo,
Respeto los límites del miedo.
Midiendo palabras,
Faltando respuestas,
Soldado que derrama en secreto;
Lágrimas de ausencia,
Signos del silencio...
Dónde quedó aquel recuerdo,
Resumido tal vez por la herida.
Mis deseos compensan la falta.
Falseados, buscando puertas;
Soluciones, salidas.
Laberinto de evidente escape,
Siempre sonante, siempre presente...
Dolidos,
Renunciamos al sueño,
Mintiéndonos para que el miedo no crezca.
Fatales, aunque no se note;
Solos, aunque no lo parezca.
Lamentándonos, pero sin palabras;
Sin renuncia, sin retorno...
Dócil noticia del alma,
Rechazas lo que en ti no se anida.
Mientras todos corren, tu en calma,
Fascinada, buscando la vida.
Solemne, esperando el encuentro,
Latiendo despacio;
Silenciosa,
Dormida...
Se desandan caminos,
por vedar el fracaso.
Por borrar nuestra historia,
merecida condena.
Porque si no es intentando,
¿Cómo aprendes?
Porque si no es entre pasos,
¿Cómo avanzas?
Aunque de errores se impregne tu tiempo,
haz de ti cada instante, cada minuto.
Porque el fracaso no es más que otro logro,
disfrazado de pena y de luto.
No niegues las horas que dejas,
que entre penas se cambia la piel.
No creas que este día es tu vida,
mañana dirás lo mismo de aquél.
Porque ni siquiera el lamento es en vano,
si se trata de hacer el intento.
Para encontrar el camino,
que no te sobren barreras.
Para dejar otra huella,
que no te falte el tiempo.
Escribe, tierra, la historia del hombre,
Redacta, madre, el destino del mundo.
Si entregas la muerte en solo un instante,
Devuelves la vida en tan solo un segundo.
Hazme ver que somos lo mismo,
Demuéstrame que no somos tanto.
Despierta al mundo en otro grito,
Despierta al hombre en otro canto.
Que sólo el gris y el negro borres,
Que sólo verdes sean tus trazos.
Que del poder jamás seas presa,
Sé fugitiva de sus brazos.
Delata en mis sueños la fuga,
Revela el apuro en mis pasos.
Detenme ante el sol cada día,
Cada otoño, cada ocaso.
Enséñame a ver lo evidente
Que con estos ojos no alcanza.
Enséñame a no estar tan lejos,
Tan ido, tan distante.
Estela olvidada de vida,
Recuérdame agradecer,
Que entre calles a veces se olvida
Que nadie ha elegido nacer.
Renueva por fin lo que somos,
Resguarda lo que seremos.
Antes de que te acabes,
Antes de que no estemos.